martes, agosto 21, 2007

EL PARAISO QUE NUNCA EXISTIÓ ... y parece que nunca existirá...

Ayer domingo, como acostumbro hacer algunas veces, andaba caminando (deambulando) por el centro de mi pequeña ciudad y pensaba en cuantas cosas (malas) pasaron en Argentina en estos últimos meses; de repente y casi sin darme cuenta o por instinto estaba parado delante de la vidriera de una de las pocas librerías que hay aquí; eso en realidad no es importante, lo que sucede es que dirigí la mirada hacia uno de los libros que alguna vez anoté para comprar y jamás lo hice (paradójicamente siempre pierdo ese tipo de notas). y estaba allí como retándome (por no haberlo pasado a buscar) la imagen de Sebreli en "El tiempo de una vida". Hoy es lunes feriado así que no hay manera de leer algo del contenido de ese libro, sin embargo recordé una entrevista al intelectual que hiciera Clarín Ñ en el 2005 y me puse a buscarla como para detener este tipo de ansiedad crónica cuando se me antoja algo (puede ser un libro, pero tambien me sucede con un mate, una cerveza y otras cosas mas ... trato de no privarme de nada ...)
Resulta que ya leí esta nota varias veces y nunca me canso (me sucede lo mismo con "Lo que ellas quieren" de Gibson) asi que decidí subirla a mi blog para leerla todas las veces que sea necesario y compartirla si a alguien (seguro que sí) le interesa.

EL PARAISO QUE NUNCA EXISTIÓ - JUAN JOSÉ SEBRELI

Nací en el barrio sur de Buenos Aires el 3 de noviembre de 1930, en una fmailia de clase media baja de origen proletario. Estos datos iniciales, en apariencia tan generales, permitirían inferir una parte previsible de mi biografía: aquella donde obran fuerzas sociales impersonales, entidades abstractas que, en términos filosóficos, se llaman necesidad, leyes causales o determinación, y en lenguaje metafórico, destino, fatum, estrella.
No elegí mi época, mi país, mi lengua, mi ciudad, mi clase social, mi familia ni mi cuerpo; éstos me han sido impuestos, conforman la buena o mala suerte que he tenido en la trama del mundo. Esta situación de origen puso obstáculos, restricciones, impedimentos y resistencias a mis proyectos de vida pero, a la vez que marcaba una serie de limitaciones, ofrecía un repertorio de oportunidades. Los condicionamientos inevitables dejaban intersticios, brechas que me permitían elegir entre las opciones dadas, aceptar o rechazar las coacciones externas modificándolas en parte. (...) La fecha de nacimiento supone, de algún modo, un horóscopo no regido por el curso de los astros ni por irracionales dioses, sino por los acontecimientos históricos, por las vicisitudes de la política y la economía que conforman el destino de las sociedades y de los individuos. Las fechas no son convenciones, 1930 no es una mera cifra, un dato de almanaque que igual a cualquier otro; es una cantidad que indica una cualidad, la de un momento histórico único e irrepetible. Si todas las épocas, con mayor o menor intensidad, son de crisis y toda generación implica un cambio histórico, pienso que mi caso ha sido particularmente significativo. Un mes y medio antes de mi nacimiento se producía, en medio de la crisis económica mundial, el primer golpe de Estado en la Argentina. (...) Mis padres debieron de haber tenido una vaga noticia del derrumbe de la Bolsa de Nueva York; ese suceso estaba muy lejos de sus preocupaciones y, cuando comenzaron las desgracias, no sabiendo establecer de donde ni por qué venían, las atribuyeron a la mala suerte personal. Eran una pareja con módicas expectativas: mi madre acababa de obtener un puesto de maestra. Mi padre, que trabajaba en una marmolería, había sido designado responsable del local de ventas, apenas inaugurado. Instalados en la casa adjunta al negocio se dedicaron a arreglarla pensando que sería una residencia duradera, dispuestos, con conmovedora ingenuidad, a disfrutar de la sencillez y la calma sin advertir que estaban cultivando el jardín sobre un pantano. Nada hacía sospechar los peligros que los acechaban. No se preocupaban por la política pero la política se ocupó de ellos. Dos meses antes de mi nacimiento todo se derrumbaba: había estallado el golpe militar y la dictadura de Uriburu dejó cesante a mi madre. La crisis obligo a cerrar el negocio que atendía mi padre. De la noche a la mañana, ambos se quedaron sin trabajo y sin casa, al borde de agregarse a la numerosa fila de los "sin techo".

Fragmento tomado del capítulo "infancia", de "El tiempo de una vida".Ed. Sudamericana.

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